Octubre 11 de 2024
Por: Miguel Páez Caro, Director del Taller Escribe y Cuenta
La reciente entrega del Premio de Literatura 2024 a la escritora Han Kang la ha puesto en boca de muchos, y no sería para menos. Su obra no sólo permite la reflexión sobre el propio ser humano, su instinto violento, sus propios dolores y sufrimientos, sino que, además, logra utilizar una prosa en la que se entremezclan lo lírico y lo desgarrador del ser. Un ejemplo de esta aseveración es La vegetariana (2007), una novela corta en la que Han nos muestra hasta dónde puede llegar una persona cuando decide romper con las expectativas sociales, desafiando todo lo que la rodea; una historia que resulta inquietante, perturbadora y, sin duda, una de esas lecturas que dejan huella en los que se aventuran a leerla. Siendo, además, su novela más célebre, La vegetariana es una buena aproximación para conocer su estilo literario.
Otra de sus obras es Actos humanos (2018), una novela que cuenta la historia de un hecho trágico, la masacre de Gwangju, a través de personajes cuyas vidas están marcadas por la barbarie, pero también por la resiliencia. En esta obra Han Kang utiliza un estilo polifónico para abordar el trauma, el duelo y la memoria colectiva, lo que la convierte en una lectura que resulta emotiva, muy recomendable para quienes disfrutan de textos que no solo narran hechos históricos como el ya mencionado, sino que tienen la pretensión de convertirse en una crítica a las formas en que se manejan y recuerdan estos eventos en el presente por parte de los medios oficiales y la historiografía, una característica que evoca novelas como El País de la canela, de William Ospina.
Uno de sus libros más aclamados, La clase de griego (2011), es una apuesta por este talento para enlazar la experiencia de dolor propio con cuestiones existenciales, las cuales la filosofía ya ha tratado. Efectivamente, Han Kang presenta a un grupo de estudiantes que evidentemente están aprendiendo un idioma clásico, pero poco a poco se va convirtiendo la clase en un entorno donde cada personaje se confronta a sus traumas, a sus deseos no amparados. La clase de griego no es solamente un lugar de aprendizaje académico, sino un espacio en el que los personajes intentan hacer las paces con sus vidas, una construcción que puede ser dolorosa y a la vez liberadora.
Lo que destaca de Kang es su talento para enunciar lo más interno del ser humano, emparentando lo íntimo con lo social y político. Si bien sus temas pueden parecer duros o incluso sombríos, cada una de las mencionadas novelas abre un espacio a la reflexión sobre nuestra propia existencia, demostrando que no se trata de una autora que busque respuestas fáciles, lo que genera un interés especial para los que nos acercamos a conocer su obra.
Aunque llevo relativamente poco tiempo leyendo a Han Kang, considero que se trata de una escritora cuyas obras no se pueden leer con afán, sino que precisa hacer una pausa, por cuanto su prosa, cargada de giros líricos, exige digerir todo lo que pone sobre la mesa. Ahora que su nombre resuena en todos los ámbitos por la adjudicación del Premio Nobel 2024, recomiendo prestar especial atención a las frases que nos regala en cada página, casi rozando en la contundencia del microrrelato y el aforismo. Pero puede que sea solo mi percepción. Como siempre, mi recomendación para generar el debate sobre esta autora es: “léanla”.