Colmadas de palabras

Por: Paola Andrea Forero Torres, integrante de Relata Ibagué

En estos días se ha conmemorado el rol de la mujer en diferentes ámbitos. No pasan desapercibidos los detalles, invitaciones y felicitaciones para todas quienes asumimos este género. Aunque cada año se tiene presente todo un mes para ello, son diferentes las campañas que se lideran en apoyo a la mujer, al respeto de su integridad. Pasamos por cintas rosas, púrpuras, símbolos, pañuelos y lemas que motivan el empoderamiento femenino, resaltando la fuerza que todas tenemos y que nos ha llevado al camino que recorremos.

Sin embargo, es mucho lo que se calla el resto del año, el resto de la vida. A veces las palabras no alcanzan, no son suficientes o simplemente se esconden con todos los miedos que hemos heredado y los que ha sido difícil desprenderse. Entonces, aparece la escritura como un agente liberador de lo que no se puede decir, y se asocia a las mujeres con textos románticos y sensibles, columnas de belleza y cuidado, educación y crianza. No es que no hubiera más temas, sino que las voces masculinas eran mayoritarias respecto a otros campos. Sin embargo, en la ciencia, la política y la economía las voces empezaron a leerse recorriendo el mundo, inspirando vidas.

Es difícil imaginar las noches de angustia poco descritas de Madame Curie ante la responsabilidad de su trabajo, su rol de esposa; o la soledad y crítica a la que fue expuesta Jane Goodall al escribir sobre comportamiento animal, porque la fuerza que nos arraiga no nos vuelve insensibles. Todos los sentires que como mujeres nos acompañan nos llenan y alimentan cada aspecto de la vida. Entonces, ¿por qué ocultarlo?

Pues, el alzar la voz sobre lo más sensible o lo doloroso resulta complejo para una mujer independiente o autosuficiente, pero es adecuado para una princesa o una columna de prensa rosa. No solo somos sensibles en días específicos del calendario, y no sé desde cuando algunas se sienten señaladas y les molesta que se aflore la sensibilidad, aprisionan sus palabras esas que podrían contradecir un discurso social. ¿Y qué importa? Una mujer que escribe no puede hacerlo sobre una sola cosa, es como si un artista pintara con un solo color y al usar otro perdiera credibilidad. Que no duela ser sensible en un mundo insensible, que las palabras más absurdas rebosen en cada renglón y que, a pesar de lo solas que podamos sentirnos, las palabras acompañen cada paso. Aunque duela o cueste, es parte de la vida florecer y marchitarse.

La invitación es hoy, mañana, este mes, este año y el próximo a todas las personas con feminidades o masculinidades fluidas o no, a que acepten el reto de sentir, de dejarse usar por las palabras para expresar lo que les pesa y ojalá les pese menos. Que desde su encierro y negación conmemoren cada día un milagro, que les permita salir y escribir.

Mr. Poe*

 *Cuento ganador del primero puesto en el Concurso de Cuento Corto de Manizales (Octubre de 2017) Por: Miguel Páez Caro Esta vez lo volví ...