Octubre 4 de 2024
Por: Miguel Páez Caro
Siempre
me ha atraído el significado de la palabra “ponencia”. Me atrae porque tiene
mucho de polémico y poco de “es mi verdad y no me contradigan”. Me gusta hacer
ponencias porque los seres humanos, principalmente los que estamos desde la
orilla de las ciencias humanas, somos más dados a hacer consensos que a sentar
dogmas que nadie puede contradecir. Es mi esencia y creo que viene muy al caso
de lo que hablaremos hoy sobre “la entrevista”. En efecto, “ponencia” es la
mezcla de las palabras latinas “ponere” (el que hace una acción), más el sufijo
–ia- (que quiere decir “cualidad”). Lo que puede entenderse como: “cualidad del
que presenta un tema que se debe discutir”. Óigase bien: “discutir”. No dice “monólogo
para sentar una verdad irrefutable”.
Bueno.
Mis compañeras organizadoras de este importante octavo “Foro por la Paz” me
invitaron a hacer una ponencia. Es decir, me invitaron a proponer algunas ideas
que sean provocadoras, que generen debate. Para que al final de este ejercicio
o en algún momento futuro podamos dialogar desde el respeto y la tolerancia.
Bienvenidos a esta ponencia.
En
esta ocasión me correspondió hablar de la entrevista. No cualquier entrevista.
Sino la entrevista como arte que puede crear armonía entre las personas. La
entrevista como instrumento de paz. Esa es precisamente la definición que
encontré en el diccionario de la RAE: La entrevista es “el arte de extraer
declaraciones personales para su publicación”. Pero acudamos al argumento de la
tradición, es decir, acudamos a la historia, para que se comprenda con mayor
claridad mi tesis de que “La entrevista puede convertirse en un instrumento
para generar ambientes de paz”.
El
primer ejemplo histórico que viene a la mente son las historias del Antiguo
Testamento. Si nos atenemos a lo que dice allí, la primera entrevista la hizo
una serpiente en el Paraíso. Así suene absurdo, la primera entrevistadora fue
una serpiente. La entrevista completa la encontramos en el pasaje del libro del
Génesis titulado “Adán y Eva desobedecen a Dios”:
3 La
serpiente era más astuta que todos los animales salvajes que Dios el Señor
había creado, y le preguntó a la mujer:
—¿Así
que Dios les ha dicho que no coman del fruto de ningún árbol del jardín?
2 Y
la mujer le contestó:
—Podemos
comer del fruto de cualquier árbol, 3 menos del árbol que
está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que no debemos comer ni tocar el
fruto de ese árbol, porque si lo hacemos, moriremos.
Es
la primera entrevista y también la última vez que, según la creencia bíblica, Adán
y Eva estuvieron en el Paraíso, ya que fueron expulsados por creerle a la
serpiente entrevistadora de que no les iba a pasar nada. Bueno. Si nos atenemos
a la lógica de los hechos, la primera entrevistadora fue también la primera
periodista, pero terminó engañando con su astucia a los ingenuos entrevistados Adán
y Eva. Porque no solo los entrevistó. Sino que les dio su opinión sobre los
hechos. Vaya astucia. Hacer preguntas tendenciosas para que el entrevistado
caiga en el engaño. Y aquí encontramos un primer elemento de toda entrevista: la entrevista debe
evitar manipular la opinión del entrevistado. En el caso de la serpiente
entrevistadora, ella hace lo contrario porque, además de distorsionar la
realidad, su objetivo es llevar al entrevistado en una dirección incorrecta.
Algo que los abogados llaman “pregunta capciosa”. Y recordemos que la palabra
“capciosa” viene del latín “fraude”. Es decir, pregunta fraudulenta. Segunda conclusión: la primera
entrevista de la historia fue un fraude. Espero que no me malinterpreten
los teólogos y los creyentes. Sino que se trata de utilizar un ejemplo que me
llevará al final de esta breve ponencia para intentar explicar un tercer
elemento: la entrevista, toda
buena entrevista, debe evitar distorsionar la realidad.
Retomando
el caso de los entrevistados Adán y Eva, su respuesta condenó a toda la
humanidad. Todo por contestar una entrevista. Quizá fue desde ese momento que
se empezó a considerar la necesidad del consentimiento informado. Bueno. Dado
que Adán y Eva fueron los primeros humanos, nadie hubiera podido firmar ese
formato que ya en nuestra época es tan popular cuando se habla en metodología
de la investigación de “entrevistas”.
Pero
sigamos. No perdamos la ruta. Si la primera entrevista la hizo una serpiente, la
segunda la hizo Dios. Veamos:
8 El
hombre y su mujer escucharon que Dios el Señor andaba por el jardín a la hora
en que sopla el viento de la tarde, y corrieron a esconderse de él entre los
árboles del jardín. 9 Pero Dios el Señor llamó al
hombre y le preguntó:
—¿Dónde
estás?
10 El
hombre contestó:
—Escuché
que andabas por el jardín y tuve miedo, porque estoy desnudo; por eso me
escondí.
11 Entonces
Dios le preguntó:
—¿Y
quién te ha dicho que estás desnudo? ¿Acaso has comido del fruto del árbol del
que te dije que no comieras?
12 El
hombre contestó:
—La
mujer que me diste por compañera me dio de ese fruto, y yo lo comí.
13 Entonces
Dios el Señor le preguntó a la mujer:
—¿Por
qué lo hiciste?
Y
ella respondió:
—La
serpiente me engañó, y por eso comí del fruto prohibido.
Se
trata de la segunda entrevista de la historia y de la primera vez que alguien busca
la manera de eludir ser entrevistado. De negarse a dar entrevistas, como dirían
los paparazzi de nuestros tiempos. Porque es claro que Adán y Eva sabían que la
habían embarrado. Es decir, se inaugura la entrevista como instrumento de
indagatoria moral. Es el primer juicio de que tengamos conocimiento. Pero no
solo eso. Sino que es la primera vez que un ser humano busca eludir su
responsabilidad diciendo: “Yo no fui, fue ella”. Como se sabe, la humanidad no
salió bien librada de esta serie de engaños. Si la entrevista de la serpiente
fue al estilo del periodismo de la era de la “posverdad”, en que una pregunta
puede convertirse en un arma de “distorsión deliberada de la realidad”, la
entrevista de Dios a Adán y Eva fue parte del primer juicio, el cual llevó a Dios
a condenar a la humanidad entera. Pero nos dejó ese inquieto instrumento que es
la entrevista.
Dejando
a un lado las historias de la Biblia, el argumento histórico nos lleva ahora a constatar
que el filósofo Sócrates, hace unos 2400 años, utilizó las entrevistas como
mecanismo para dar a luz la verdad, entrevistas de las que nos dejó testimonio
el gran filósofo Platón, al que podríamos llamar, si es que no hay algún
dogmático en esta sala, como el primer transcriptor de entrevistas, porque fue
Platón el que conservó el estilo entrevistador de Sócrates.
A
la forma utilizada por Sócrates para entrevistar a la gente se le llamó “mayéutica”,
es decir, ayudar a dar a luz, técnica que el filósofo griego había aprendido de
su madre, que era partera y que ayudaba a las embarazadas de Atenas a que
tuvieran sus bebés.
Siguiendo
con el argumento histórico, cabe recordar que la primera entrevista de la
historia sucedió hace no tanto tiempo, el 20 de agosto de 1859, y fue realizada
por Horace Greeley, del periódico gringo New York Tribune, al líder mormón
Brigham Young, fundador de la ciudad de Salt Lake City, en el Oeste
norteamericano. Se dice (porque no existe grabación de esa entrevista), que, al
momento de ser entrevistado, Brigham aceptó tener quince esposas, pero reconoció
que sintió mucha rabia cuando Dios le reveló su deseo que él tuviera varias
esposas.
Se
dice que también Carlos Marx, padre del comunismo, fue entrevistado en Londres,
el 18 de julio de 1871. De acuerdo con el entrevistador, un tal R. Landor, en
todo momento Marx estuvo acompañado por otro alemán, muy probablemente Federico
Engels. Lo curioso de estos dos casos, que son como las primeras verdaderas
entrevistas de la historia, los periodistas admitieron que no estaban seguros
de lo que decían, porque lo que publicaban era lo que recordaban de la charla
con aquellos personajes, ya que por entonces no se habían inventado las
grabadoras de audio. Otra
conclusión que surge de estos casos: la fidelidad de las entrevistas depende
también del que las pasa al papel.
Dejemos
el argumento de “apelación a la historia” y pasemos, ya casi para terminar, al
argumento de superioridad. Es decir, hablemos de las mejores entrevistas y del
mejor entrevistador, pero remitámonos de una vez a Colombia, para que no demos
tantos rodeos. Algo bueno podrá aportarnos este tipo de argumento. Veamos.
Según el periodista Julio Sánchez Cristo, las dos mejores entrevistas de la
historia de nuestro país las realizó el escritor Germán Castro Caicedo. Los
entrevistados fueron nada más que Gabriel García Márquez y Pablo Escobar. Sin
embargo, el mejor entrevistador de todos los tiempos en Colombia fue un
lustrabotas, un limpiador de zapatos, para que me entiendan los que no conocen
esta figura de los parques de las grandes ciudades. Ese lustrabotas se llamaba
Heriberto de la Calle, un personaje inventado por el humorista Jaime Garzón, el
mismo que fue asesinado por hacer entrevistas de humor político. Al parecer
fueron los paramilitares los que lo mandaron a asesinar. Solo por hacer un
chiste al jefe de los paramilitares en una entrevista. Este doloroso crimen
sucedió en 1999, a finales de los años noventa, tiempo en el que la paz era muy
esquiva en nuestro país y en que hacer una entrevista podía costarles la vida a
los periodistas. Según el Centro Nacional de Memoria Histórica, desde 1958
hasta el año 2021, fueron asesinados en Colombia 430 periodistas. Y solo en
2022 se registraron 218 amenazas a comunicadores, según cifras de la FLIP, que
es la Fundación para la Libertad de Prensa. Enseñanza: elige bien a tus entrevistados. No todos
pueden llegar a entender tus preguntas o no todos pueden aceptar que hagas una
broma cuando los entrevistas. Dios no perdonó el engaño de la serpiente.
Y los paramilitares no aceptaron un chiste de Jaime Garzón. La verdad a veces también
puede ser cruel.
Aunque
podría alargarme por el interés y la amplitud de este tema, me quedo con las
pocas enseñanzas que identificamos en esta ponencia:
Primera conclusión: la
entrevista debe evitar manipular al entrevistado.
Segundo: En tiempos de
guerra o de rivalidad, las entrevistas pueden ser utilizadas para engañar.
Tercero:
Toda entrevista, toda
buena entrevista, debe evitar distorsionar la realidad.
Cuarto: la fidelidad de las entrevistas
depende también del que las pasa al papel. Si no existe una grabación, es
difícil saber si fue así, por lo que es tarea del entrevistador ser la más fiel
posible a la realidad.
Y quinto: hay que elegir bien a los
entrevistados.
Las cinco conclusiones o enseñanzas derivadas de esta ponencia, es decir, de esta invitación a debatir, sirven para sustentar la tesis de que “la entrevista puede convertirse en un instrumento para generar ambientes de paz”. Es lo que han venido haciendo desde varias organizaciones interesadas en darle voz a las víctimas, pero también es lo que se viene realizando en las actividades que desarrolla la JEP en busca de la esquiva verdad del conflicto colombiano. No sabemos si llegaremos a saberlo del todo. Lo cierto es que la entrevista sigue sirviendo como un arte al que acudimos para comprendernos, sin alterar la verdad, dejando que la narrativa de la paz fluya. Porque también la escuela está llamada a ser un territorio de paz, y para ello se requiere hacer uso de instrumentos como la entrevista en la que, como vimos, confluye el interés de un entrevistado y la disponibilidad de un entrevistado, ambos comprometidos en mostrar una realidad lo más fielmente posible, sin distorsionarla, sin alterarla. Una idea que, bien llevada a la práctica, puede generar ambientes de paz en nuestras instituciones educativas, porque en últimas la entrevista es diálogo y es encuentro. Pero también manifestación de que los seres humanos somos más narrativos que estadísticos.
Nos gusta más la entrevista que la encuesta. Pero hacer entrevista es más dispendioso y requiere mayor esfuerzo, porque significa encuentro y consenso. La encuesta, que es cuantitativa, es fría ya que solo permite unas cuantas opciones y genera conclusiones que son porcentajes. Los seres humanos somos narrativos por excelencia, pero tiene un alto precio, porque la narrativa depende del que la cuenta y en esa medida debe haber un equilibrio entre el entrevistado y el entrevistador, para que esa narrativa no distorsione la realidad Invito a mis estudiantes y a todos los presentes a que utilicemos más el diálogo y abandonemos las armas de la intolerancia. A que usemos artes como la entrevista y depongamos armas como "querer tener siempre la razón". Dialoguemos en vez de agredirnos. Que es precisamente lo que hicieron un grupo de estudiantes de grado noveno de la I.E.T. Camila Molano de Venadillo, con las entrevistas realizadas a habitantes del municipio que han sido víctimas del conflicto o que se dedican a pensar la paz y a crear paz.
*Ponencia presentada en el 8o Foro por la Paz, I.E.T. Camila Molano, Venadillo, Tolima, octubre 4 de 2024.