Escribir es reescribir

Según el escritor danés Hans Christian Andersen, “la vida en sí es el más maravilloso cuento de hadas”. Alberto Rodríguez, director de Relata Cali, afirma por su parte que “un buen cuento es aquel que no se olvida”. Quizá en esa clave dada por Alberto radica el secreto de que los cuentos de Andersen nos parezcan buenos, en que resultan imborrables.

Dos grandes escritores. Andersen reconocido sobre todo como escritor y Alberto como gran escritor, pero también como maestro de la escritura. Esa es la conclusión que me quedó el pasado 28 de agosto después del taller con Alberto Rodríguez, su pasión por enseñar el oficio a través de talleres de escritura, para llegar a escritores que apenas estamos haciendo nuestros primeros pinitos en el maravilloso campo de la literatura.

Alberto afirma que nuestra propia vida es un cuento que podemos contar, al ir agregando elementos del diario vivir que nos sirven de inspiración al momento de escribir, elementos que pueden surgir en el transcurso de un viaje, de unas vacaciones, en una cafetería, etc.

Lo importante es tener en cuenta la estructura de la narración:

Comienzo o introducción: Donde se sitúa al lector y se presentan los personajes, la época, el tiempo, el clima.

Conflicto: Desarrollo de la trama y de los acontecimientos.

Cierre o resolución: Se resuelve la situación o el conflicto planteado. Este cierre puede ser abierto, semiabierto o cerrado. 

Otra idea importante es que los escritores no deben afanarse por tener un solo borrador. Alberto comentaba que hay cuatro borradores y, por lo general, el primero es un «vómito», «una mierda», pero que reúne los elementos necesarios porque es donde pervive la semilla.

Resumiendo, esos cuatro borradores son:

Material en que está la historia: los elementos argumentativos.

Control del libro: si es progresivo y cómo lo está llevando.

Sintáctico: donde se trabaja el ritmo y la pausa (larga o corta)

El lenguaje: Buscar la proporción justa, la textura, el lenguaje.

«Escribir es reescribir», decía Alberto. En efecto, rescribir se trata de una de las tareas más importantes del escritor. Grandes escritores reescribieron sus libros más de una decena de veces, y en cada una de ellas introducían nuevos aspectos a su escrito. O quitaban otros. El escritor, al planear su novela o su cuento, debe tomar decisiones narrativas, como por ejemplo: ¿Cómo voy a contar ese "qué"? ¿Quién cuenta? ¿A quién se le cuenta? 

Pero además debe estar atento a la tensión dramática y la velocidad, partiendo del principio de que la novela puede presentar lentitud y el cuento mayor rapidez. Esto último se puede corroborar en trilogías como Millenium y Harry Potter.

Otro aspecto en el que insiste Alberto es en el punto de vista por cuanto se trata del corazón de la narrativa. En ese sentido, compara al escritor con un camarógrafo, que debe decidir dónde poner la cámara: quién habla, a quién habla, a qué distancia cuenta. 

También está el tipo de voz, que se refiere al estilo y que designa el acto de buscar la propia voz del escritor, uno de los aspectos más difíciles para todo escritor. Un desafío que solo la práctica permite superar, según palabras de Alberto. Así mismo, en la narración es importante mostrar, más que decir. Ejemplo: él es un neurótico (no es correcto). Él se afeitó a las ocho de la mañana y, a las diez lo hizo nuevamente hasta sacarse sangre (correcto).

Estos sencillos apuntes son solo una muestra de todo el repertorio de enseñanzas que posee Alberto Rodríguez, un repertorio que expone de manera amena. Como escritor agradezco todo lo que pueda aprender y recibir de personas como Alberto que, con sus años de experiencia y de maestro de la enseñanza de la escritura con estilo, enriquece la labor más solitaria y hermosa del mundo.

Por: Fred Ramírez (Integrante de Relata Ibagué)

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